En pleno corazón de Picos de Europa y a unos 1.850 metros de altitud se encuentra la vega de Liordes, un oasis verde en medio de un mundo calizo. Desde el sábado pasado, el Grupo Espeleológico Matallana (GEM) ha montado allí un campamento base desde el que explorar las numerosas cavidades de la zona. León al sol ha estado con ellos.
A pesar de la fama del parque nacional, mucha gente desconoce el inmenso potencial subterráneo de Picos de Europa. De las 95 simas que superan la cota de los menos mil metros de profundidad en todo el mundo, más de veinte están en España, muchas de ellas en Picos. «Lo han dicho geólogos y expertos, no lo decimos nosotros porque seamos de León: Picos de Europa es el Himalaya de la espeleología».
El GEM, que se acerca a su cincuenta aniversario, lleva desde la década de los setenta explorando allí. Es el único grupo de León con asignación en Picos, que «es una zona muy añorada por el colectivo espeleológico».
Alrededor de Liordes hay más de 300 cavidades, la mayor parte de desarrollo vertical, que el GEM ha catalogado y en su mayoría topografiado y situado con precisión mediante GPS. Pero pocas destacan por su desarrollo y profundidad a excepción de La Horcadina (L6, con -803 metros de profundidad), Los Mandriles (L175, -200 metros) o El Sumidero (L0, -170 m.). El GEM lleva años luchando por llegar hasta los menos mil metros, y hasta entonces la suerte ha sido esquiva. Tanto en La Horcadina como en La Oliseda (-806 m.) se quedaron a las puertas, pero entre los años 2002 y 2003 las cosas empezaron a cambiar con la localización de La Monda y de Torca Magali, que a -400 metros desembocó en la sima de La Cornisa y formó el sistema de La Cornisa-Torca Magali, que con 1.508 metros de profundidad es la novena sima más profunda del mundo.
Los dos grandes objetivos de esta campaña son la TC4 y la L652, conocidas también como Torca Marino y La Monda. En la primera, la punta de exploración se sitúa actualmente en -943 metros, con dos incógnitas y buenas posibilidades de continuación. Pero las mayores expectativas están en La Monda, con una profundidad explorada de más de -800 metros y con una evidente continuación en un pozo de unos veinte metros. «Llevamos menos profundidad que en la TC4, pero La Monda tira para abajo», explica Vicente, esperanzado, después de pasar más de cinco horas dentro de la sima junto a otras dos personas. Al terminar la campaña del año pasado se quedaron en un meandro «muy difícil de progresar» y se está planteando montar en él un pasamanos. Vicente cree que «hay que hacerlo, La Monda va a seguir bajando y habrá que montar otro campamento a más profundidad y bajar mucho material».
En Torca Marino se ha descendido cien metros más abajo que en La Monda, pero las expectativas son menos alentadoras. A finales de la pasada campaña se constató que el sifón situado en la punta de exploración, en el Pozo del Ventilador, es impenetrable. A pesar de ello, en la parte superior del pozo se encontró una grieta abierta en dirección norte que puede ser una posibilidad de continuación.
Además de explorar estas dos simas, el GEM quiere revisar antiguas cuevas bloqueadas por nieve o hielo, ampliar el reconocimiento exterior de la zona para la localización de nuevas cavidades —especialmente en Hoyo Chico, Hoyo del Sedo y Peña Remoña— y relocalizar y resituar aquellas que tengan georreferencias antiguas. También se quiere retomar los reconocimientos en los alrededores de las Torres del Jou la Llera para confirmar los indicios de las ortofotos de satélite y encontrar entradas superiores a la TC4, a la que ahora se suele acceder desde Caín «porque se tarda lo mismo y es menos peligroso».
Otro activo de la zona de Picos es el tipo de piedra. La caliza es «como estropajo» y agarra con cualquier tipo de suela, incluso cuando los espeleólogos llevan botas de agua. En algunos casos, las aristas son tan afiladas que se puede cortar cuerda frotando contra ellas.
El presidente del GEM afirma que «la espeleología es un deporte tan completo como la natación, utilizas casi todos los músculos del cuerpo. Después de cincuenta horas dentro de una cueva sales frayao, te duelen hasta las pestañas». Vicente está de acuerdo: «Esto es muy duro, te tiene que gustar mucho». Pero a pesar de ello, los miembros activos del GEM no dudan en coger días libres o incluso vacaciones para explorar en la zona de Liordes. «Yo me cojo vacaciones y vengo aquí. ¿Dónde voy a estar mejor?», se pregunta Merche. Porque aparte de la espeleología, el ambiente que se respira en el campamento es un componente importante, y no dudan en calificar al grupo como «una familia».
«Lo bueno de la espeleología es el compañerismo», explica Javier. «La pregunta que más se hace en la cueva es ‘¿qué tal vas?’». Vicente añade que «desde pequeños, en el colegio, nos están metiendo en la cabeza el rollo competitivo. Pero la espeleología no va de eso, compites contra ti mismo. Aunque ahora se hacen competiciones de espeleología, que me parece algo ridículo, simplemente para recibir subvenciones».
Fuente: Diego rodríguez
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