Aunque Picos de Europa implica, inevitablemente, pensar en Asturias no está de más contemplar uno de los otros lados de una cordillera digna de conocer (y eso no se hace yendo únicamente una vez).
La vertiente sur de Picos, en pleno Norte de la provincia de León, no sólo es la madre del Sella sino también la cuna de una de las zonas naturales mejor conservadas. Huele a pueblo, sabe a naturaleza en estado puro y supone una auténtica experiencia para los amantes de la montaña. Hablo de Valdeón, el valle que atesora la puerta de la ruta del Cares.
Situado a algo más de cien kilómetros de León (aunque también tiene acceso por Asturias, atravesando el Desfiladero de Los Beyos y El Pontón), incluso el trayecto hasta llegar merece la pena: a pesar del arranque más castellano que otra cosa, con cada kilómetro el paisaje cambia hasta convertirse en un ejemplo de alta montaña. El paso por el famoso pantano de Riaño (zona a explorar, por cierto, por sus paisajes y pueblitos con tradición de montaña) supone un aperitivo de lo que vendrá después.
Carretera nacional estrecha flanqueada por árboles, la niebla típica de cualquier cuento mitológico (en verano o en invierno, por cierto, y siempre al atardecer) y con la posibilidad de cruzarnos con casi cualquier animal (en la zona conviven ciervos, corzos y jabalíes como viandantes cualquiera) llegaremos al alto de Panderruedas. Al área recreativa (muy recomendable para los meses de primavera y verano) hay que sumarle la posibilidad de subir al mirador de Piedrahitas: un recorrido de unos diez minutos andando que permite una visión única de la cara sur de Picos.
Con cada kilómetro de descenso hacia Posada de Valdeón, el despliegue de naturaleza continúa. Y así seguirá incluso hasta llegar a Posada, la “capital” de la zona y la antesala de uno de los motivos que hacen de este rincón de Picos uno muy transitado por el viajero: supone la puerta de entrada al Desfiladero del Cares, la ruta natural por antonomasia para los amantes del senderismo. Incluso en otoño y a pesar de la kilometrada (hacerla completa supone doce kilómetros del leonés Caín al asturiano Poncebos… tengamos en cuenta que, si no organizamos un transporte de regreso, tendremos que hacerlo a pata), merece la pena calzarse las botas y recorrerlo. De camino o de regreso nos encontraremos con el Mirador de Tombo (accesible sin caminata) y el chorco de los lobos (sistema tradicional para comprender cómo se enfrentaban los autóctonos al ataque).
Pero si lo que buscamos es la calma de la montaña, contemplar paisaje y disfrutar al calor de una chimenea no hace falta que nos planteemos más. El valle se presta para cargar pilas, disfrutar del buen comer (típico es su queso, primo lejano del Cabrales pero con sello leonés y Denominación de Origen) y volver al asfalto con la plácida sensación de serenidad.
Y, aunque sólo sea por eso, merece la pena la escapada.
Obtenido de: http://escapadas.viboviajes.com/destinos/escapadas-naturales/valdeon-el-centinela-de-picos-de-europa/
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